EL BARRIO DE LAS ESPADAÑAS DE SEVILLA

EL BARRIO DE LAS ESPADAÑAS DE SEVILLA

Virginia López Moreno

Si Sevilla es la ciudad-convento por excelencia, tras Roma, y en nuestros cielos las espadañas recortan las nubes pasajeras con sus siluetas airosas, acompasando el piar de pájaros con el tañido de campanas, existe un rincón en la ciudad donde se concentra el mayor número de ellas, por eso yo lo llamo el Barrio de las Espadañas.

Las Espadañas eran ignoradas por los estudiosos del Arte mientras inspiraban al preclaro Pedro Salinas, quien las contempló en su estadía universitaria sevillana entre los años 1918 y 1923, como recordará décadas más tarde:

¡Ay, Sevilla, Sevilla,
guerrera mala, dime
por qué todas las tardes
tantas saetas me las clavas,
rebrillo de azulejos,
desde tus espadañas
!

Pedro Salinas, “Rocío”, Revista poética de Sevilla (1955)

Hasta que, en el caso de Sevilla, José Antonio Calderón Quijano reparó en ellas y nos dejó el primer estudio sistemático de las mismas que ha visto hasta una segunda versión, menos ensayística y más visual, de Miguel Ángel Soler Vázquez. Dada la ausencia absoluta de nuevos cenobios, la espadaña se ha convertido en una reliquia del pasado que se mantendrá sempiternamente enhiesta, sin añadidos y sin dar la bienvenida a ninguna otra compañera.

Por ello empezaré con la estadística, ofreciendo el número total de espadañas que contemplamos en los cielos sevillanos, perdidos para Romero Murube, ganados por nuestras protagonistas.

Hay un total de 144 espadañas en Sevilla capital, incluyendo campanarios modernos que adoptan tal forma. Y sin distinción entre construcciones civiles y religiosas. No hay dos espadañas iguales y todas guardan semejanzas entre sí.

Espadaña de San Juan de la Palma

¿Qué definición tiene? Una espadaña es la pared elevada del propio edificio y como asemeja una espada incrustada, de ahí proviene su etimología. Los templos católicos requieren de campanas para llamar a misa pero por una ley no escrita las iglesias tienen torres campanarios y los conventos no. Los conventos también requieren, lógicamente, de campanas pero estas se distribuyen verticalmente a partir de los vanos –huecos– de sus espadañas. Precisamente el vano es el distintivo de las espadañas que en definitiva no es más que una pared con tales huecos y cuyo número –suele ser impar– determina la clasificación de las espadañas, más allá de un estilo artístico y por tanto de una cuestión cronológica. Y son muchos los constructores ilustres asociados a ella, porque las espadañas forman parte de la propia construcción, como Diego López Bueno, los Gómez Millán, Figueroa, Van der Borcht, Juan de Oviedo, etc, siendo el primero el más prolífico.

En 2018 la Iglesia del Cerro protagonizó la portada del Corpus

Hay espadañas minúsculas de un solo vano, predominan las de tres vanos, y el ejemplo más exuberante en cuanto a tamaño y estilo es la barroca indiana de la antigua Iglesia del Convento de dominicos de San Pablo el Real, hoy Parroquia de la Magdalena, que luce siete vanos y que ni de la azotea de la Casa de Hermandad de Montserrat se observa plenamente. Es obra de Leonardo de Figueroa y su hijo Matías se inspiró en ella para la de San Jacinto.

La Magdalena

Las hay huérfanas con ausencia de campanas y las hay seglares en caprichosas construcciones donde la vivienda particular adquiere fisonomía – el carácter lo dejamos para sus inquilinos – sacra.

Algunas conforman la fachada en sí, siendo el caso más notorio el de San Telmo, cuya portada churrigueresca hace parecer al edificio una iglesia, mientras que la Iglesia de San Luis, con su fachada adintelada de ladrillos avitolados le da aire palaciego. Siendo ambas obras del genial Leonardo de Figueroa. Cosas del teatral Barroco. También son fachadas-espadañas la Iglesia de Santa María la Blanca, Santa Cruz, la Puerta del Perdón.

La espadaña más antigua es la del Convento de Santa Inés, aunque fue reformada por Manzano en el siglo pasado. Y la más reciente es la de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en el Cerro del Águila, pues la iglesia anterior fue demolida y la actual se construyó entre los años 1999 y 2002.

Santa Inés

Hay espadañas pequeñas que solo se ven desde el aire y las hay a la vista pero que no reparas en ella pasando muy desapercibidas como la de la Iglesia de San Antonio Abad, de la Hermandad del Silencio, que ves bien desde la calle pero también desde el atrio, el campanil del Patio de Naranjos del Salvador, la de la antigua Cárcel Real, la del Santo Ángel – que se ve desde el Pasaje comercial Rioja – o la del Colegio de las Esclavas.

Busquen la esquila del Salvador

Algunas recrecieron como la de la Basílica de la Macarena, que ganó bastante en altura de cara a la Exposición de 1992. Y en varios casos, un edificio tiene varias como las tres que tiene el Convento de San Clemente, bastante lucidas aunque la principal solo se contempla desde Torneo, la Fábrica de Tabacos o las cuatro que tiene el Monasterio de la Cartuja. Y busquen las particulares en González Abreu nº 10, San Esteban nº 38 o la Avenida de la Palmera nº 42.

La Parroquia San Antonio María Claret es de lo más completa con su espadaña, torre-reloj campanario y cúpula.

Parroquia de San Antonio María Claret

Las espadañas consideradas más lucidas y por tanto más bonitas para los sevillanos, son dos, que rivalizan entre sí, decantándose el gusto y la fama hacia la espadaña del Convento de Santa Paula, que se considera prototipo de las vecinas, como la del Convento de Santa Isabel.

La espadaña de Santa Paula es del XVII y de López Bueno, en estilo manierista. Con sus cuatro vanos, es de las más airosas y reluce con cerámica vidriada colorista donde destaca el escudo jerónimo de la orden. Perpendicular está a pocos pasos la del Convento de Santa Isabel, de mis preferidas con esa cerámica blanquiazul de la orden de San Juan. Con cuatro vanos pero apariencia más robusta, es de Alonso de Vandelvira y también manierista. A escasos metros se ve la blanca y de ribetes grana, en estilo barroco, del antiguo Convento de la Paz, no visible desde su calle de Bustos Tavera sino en lontananza desde la calle Dueñas a la altura del Convento del Espíritu Santo. Bastante espigada, se atribuye a López Bueno a mediados del XVII y conserva un azulejo donde se lee “Santvs Devs + Santvs Fortis + Santvs Inmortalis”.

Desde la puerta de Santa Paula se pueden fotografiar las espadañas de Santa Paula y Santa Isabel

La del Espíritu Santo sí se ve desde su propia calle homónima gracias al entrante de una casa, dada la estrechez de la misma. También se ve desde los Jardines del Palacio de Las Dueñas y asomada a la Plaza de San Juan de la Palma. Color albero, estilizada y de solo tres vanos, es de Diego Antonio Díaz, del siglo XVII. Conserva celosías en los vanos inferiores y una placa con el año de 1744. Además de ser la única espadaña con chapitel.

La Iglesia gótico-mudéjar de San Juan de la Palma es el raro ejemplo de torre-espadaña. También tiene un rótulo donde se lee “Se acabó Anº de 1788” y otro con “Se renovó el año MCMXVIII”.

Desde ahí podemos contemplar la desconocida del Convento de Montesión, visible desde que caminas a su encuentro por Conde de Torrejón o la de albero y almagra de Los Terceros, con una bonita vista desde la plaza Ponce de León. Paseen por donde paseen verán y descubrirán espadañas y cuando vean las campanas y se pregunten como será ver Sevilla desde ellas, acuérdense de Mendoza, apodado el hombre mosca por subirse a todas ellas y al Giraldillo sin mal de altura. La familia continua con ese oficio desde la empresa Campa.