LAS CUATRO MISAS DE LA FIESTA DE LA NAVIDAD EN EL CULTO ESTACIONAL ROMANO

LAS CUATRO MISAS DE LA FIESTA DE LA NAVIDAD EN EL CULTO ESTACIONAL ROMANO

Ramón de la Campa Carmona
Academia Andaluza de la Historia
“La solemnidad de la Natividad de nuestro Jesucristo según la carne”, como nos anuncia la calenda litúrgica, es el segundo eje del Propio del Tiempo del año litúrgico. El primero, naturalmente, es la Pascua.
Su singularidad la ha provisto a través del tiempo de una gran riqueza litúrgica, que del culto estacional en la Urbe pasó al Misal Romano. El día 24 se celebra la Vigilia de la Navidad, cuya estación es en Santa María la Mayor, como corresponde, porque ella es la Belén romana, con la reliquia del pesebre y el portal de Belén más más antiguo. Ahora, impropiamente, con esa perversión del lenguaje tan característica de nuestra sociedad contemporánea, ha sido reemplaza por una supuesta misa del gallo, más bien, diríamos, del avecrem, queriendo justificar lo injustificable.

La más antigua natividad escultórica, Capella Sistina, Santa Maria Maggiore

Para inaugurar la festividad y solemnizar la santa noche del parto virginal, se propone la misa de medianoche, llamada popularmente misa del gallo entre nosotros, rodeada de alegría y colorido popular, entre villancicos, misas pastorelas e instrumentos populares, cuya estación estaba en la misma basílica, dedicada a la Madre de Dios.
Lamentablemente, el enfriamiento de la devoción, fundamentalmente de la mayoría del clero, ha desprovisto de su luz a esta entrañable noche, que como dice el villancico renacentista del Cancionero de Upsala, “No la debemos dormir / la noche santa, / no la debemos dormir”.

Reliquia del pesebre, Confesión de Santa María la Mayor

La segunda misa del día, llamada de la Aurora o de los Pastores, que conmemora la adoración de éstos, por la mañana temprano, señala estación en la Basílica de Santa Anastasia al Palatino, donde hoy está establecida la Adoración Perpetua.
Para la tercera misa, la misa del Día, regresamos a Santa María la Mayor, centrándonos en el misterio de la Encarnación del Verbo, nacido de Santa María Virgen y hecho hombre, como cantamos en el credo, a cuyas palabras nos arrodillamos reverentes, en la presencia de la Theotókos, la Salus Populi Romani, patrona de la Urbe, que abraza amorosamente al Divino Niño.