Etapas de la vida Jerónima
Postulando:
Es un cruce de fronteras. Hay que salir, como Abraham, de la propia tierra y familia, para ir a un mundo desconocido que se nos promete dentro de la clausura. Es todavía una prueba seglar que permite experimentar esta vida, sin compromiso alguno. Puede durar de seis meses a dos años.
Noviciado:
Superada la prueba del postulantado y, admitida la postulante al noviciado, comienza éste con el rito de iniciación a la vida religiosa. Es una etapa de conversión, un largo retiro, apartado del mundo, de limitado trato con familiares, encaminado a que la novicia aprenda las exigencias esenciales de la vida religiosa y para que se ejercite en la práctica de los consejos evangélicos. Tiempo fuerte de la vida religiosa que dura dos años.
Juniorado:
Es la etapa que comienza con la primera profesión y termina con la profesión solemne. Está exigido por la necesidad de una adecuada preparación y del perfeccionamiento de la formación que supera las posibilidades que ofrece el breve tiempo del noviciado, a fin de llegar al grado de madurez vocacional para aceptar de manera consciente y responsable el compromiso definitivo. Por la profesión monástica quedamos consagradas a Dios e incorporadas a la Orden de San Jerónimo. El período de los votos temporales dura tres años.
Profesión solemne:
La profesión solemne es una consagración total y perpetua a Dios, en la Iglesia, a través de la Orden.
La profesión solemne no significa un estancamiento, sino un nuevo punto de arranque, ya bien consolidado en la tierra, para la ascensión hacia Dios. Como preciosa ayuda de este perfeccionamiento, al que impulsan los votos y que se desarrolla en la práctica cotidiana de las exigencias de nuestra vocación, debe perseverar también a lo largo de toda la vida monástica la formación espiritual, doctrinal y técnica.