20 Ene SAN SEBASTIANO AL PALATINO, una iglesia de la Roma oculta
Ramón de la Campa Carmona
Academia Andaluza de la Historia
Cada veinte de enero se celebra la memoria del glorioso mártir del siglo IV San Sebastián, abogado de epidemias, patrono por ello de innumerables localidades. Vamos hoy a recordar el lugar donde según la tradición sufrió el primer martirio a flechazos.
Fue levantada en el siglo X. Está situada en el área arqueológica de la Colina Palatina, y se accede a ella por la empinada Via di San Bonaventura, que se abre frente al Coliseo, al número 1 (Rione Campitelli, 00186 Roma). En 1920 el conjunto pasó a propiedad del Estado italiano. Esta iglesia, filial de la Parroquia de Santa Maria in Campitelli, con capacidad para unas noventa personas sentadas, está actualmente gestionada por una Fraternidad Monástica de Jerusalén femenina.
Haciendo sonar un timbre en la fachada cerrada por una cancela que se abre en la tapia que cerca el complejo, si está cerrada, se accede a una hermosa área arqueológica ajardinada con bellas vistas por su altura, con la iglesia al fondo a la izquierda, en medio de una tranquilidad y soledad que sorprende en lugar tan emblemático. De lunes a jueves abre de cinco a siete y media; los sábados hay misa a las doce y media y por la tarde abre de las cinco hasta las siete; los domingos hay misa de once y media, y por la tarde abre de las cuatro hasta las siete. Los viernes permanece cerrada.
Por todo ello es elegido por muchas parejas para celebrar sus esponsales y por grupos para retiros espirituales, sobre todo los domingos. Lo cierto, desde un punto de vista histórico, es que se halla en una explanada artificial creada para erigir entre los años 218 y 222, por disposición del Emperador Heliogábalo, un templo dedicado al Sol Invictus, llamado por eso Elagabalium, y después a Júpiter, en medio de los Adonaea, jardines de Adonis, donde éste era venerado.
Custodiaba este templo diversos objetos sacros, entre los cuales el Palladio, imagen de Atenea, traída desde Troya (Herodiano, Storia Romana v.3), por lo que fue denominada en sus comienzos Santa Maria in Pallara. Hay noticias seguras sobre la fundación de un convento anejo a finales del siglo X, con el patrocinio de un cierto Petrus Medicus. En el 1061 el complejo fue concedido a la Abadía benedictina de Montecassino, y adquirió una notable importancia.
Pero ya en el siglo XIII se inicia una fase de decadencia, que la llevará a un progresivo abandono que se consuma en el siglo XIV, y se fue arruinando. En los edificios anejos a la iglesia se conservan restos del monasterio medieval. Pasó a propiedad de los Capranica, que transformaron el conjunto en una finca de recreo.
En 1626 el Papa Urbano VIII Barberini decidió adquirir la Vigna del Monte Palatino con el conjunto de edificios en estado ruinoso por medio de su sobrino Taddeo Barberini. La estructura actual de la iglesia, que se dedicó a San Sebastián, se debe a la reconstrucción encomendada en 1630 por el Papa al arquitecto florentino Luigi Arrigucci, que proyectó una simple y elegante fachada ornada con el escudo de los Barberini y rematada en un tímpano rectangular y un luminoso interior de nave única con pequeño ábside.
En la pared derecha el Papa hizo embutir un importante epígrafe datado en 977, testimonio de la antigüedad del complejo.
Antes de esta última intervención, las paredes y la tribuna de la iglesia estaban íntegramente decoradas con frescos que se remontan a los siglos X-XI. Las paredes de la nave estaban decoradas con dos ciclos pictóricos: uno exponía la vida y martirio de los Santos Sebastián y Zótico, titulares de la iglesia, y el otro, a la vida de Jesús. Ha permanecido un testimonio de ellos en una serie de acuarelas que el Cardenal Francesco Barberini hizo realizar antes de su destrucción al pintor Antonio Eclissi, y una reproducción decimonónica de éstas se encuentra en la iglesia para que nos hagamos idea del aspecto interior que ésta tenía entonces.
Durante estas obras se conservaron los frescos originales del ábside. Siguiendo la estructura tradicional de las composiciones romanas de los siglos VI al IX, los frescos están divididos en dos registros, y son obra de un artista de escuela romana que interpreta el plan iconográfico de tradición bizantina según un personal gusto ornamental y lineal y tendente a una gestualidad menos rígida y repetitiva y dotado de una vivaz sensibilidad cromática. En el primer registro, en la bóveda, se representa al Salvador con los Santos Lorenzo y Esteban, diáconos, a su derecha, y los Santos Sebastián y Zótico, a la izquierda. Debajo, recorre una franja con el Cordero Místico al centro flanqueado de doce corderos que simbolizan los Apóstoles. Una larga inscripción, hoy casi ilegible, es una invocación de Pedro Médico, fundador de la iglesia y del monasterio, a la Virgen. El registro inferior tiene en el centro la imagen de la Virgen Orante entre dos ángeles, con las Santas Inés, Catalina, Lucía y Cecilia a los lados. Finalmente, debajo, en un recuadro del siglo XI vemos a San Benito entre los Santos Pedro y Pablo.
En la capilla mayor, a los lados del altar, han perdurado pocos fragmentos de la vasta decoración originaria, que permiten intuir, en lo alto, la procesión de los Ancianos del del Apocalipsis, mientras en la parte inferior se conservan restos de figuras de santas y profetas. La radical restauración de la iglesia promovida por Urbano VIII supuso también la realización de un nuevo altar mayor con un monumental retablo marmóreo marco de un gran óleo sobre lienzo con el Martirio de San Sebastián, encomendado a Andrea Cammassei da Bevagna, pintor protegido por los Barberini, que lo realizó en 1633. El pintor ha escogido un episodio iconográfico menos conocido: el apaleamiento que causó la muerte del santo. Actualmente se ha trasladado a la pared izquierda de la nave para permitir la visión de los frescos del ábside tras el altar mayor.
En la reforma del XVII fueron pintados también unos frescos por Bernardino Gagliardi. La luneta sobre el altar mayor representa San Sebastián, y en la cúpula domina la figura de Dios Padre circundado de ángeles.
En las cuatro pechinas se encuentran la Fe, la Caridad, la Constancia y la Contrición.
Actualmente es diaconía cardenalicia, instituida por el Papa Pablo VI Montini en 1973. Su primer titular fue Ferdinando Giuseppe Antonelli, O.F.M. (1973-1983); título pro illa vice (1983-1993). A éste sucedieron Yves Congar, O.P. (1994-1995), Dino Monduzzi (1998-2006) y John Patrick Foley (2007-2011). Actualmente la ostenta Edwin Frederick O’Brien (2012).