29 Dic SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ Y SANTA PAULA
Virginia López
Licenciada en Historia
Sor Ángela, como la llamamos cariñosamente, fue vecina de Santa Paula y su relación con el convento – donde no podría haber profesado tras su inadmisión en Las Teresas– marca especialmente su vida religiosa.
Su niñez la pasó en la vecina collación de Santa Lucía, en cuya parroquia –hoy desacralizada– recibió las aguas bautismales; su madre componía todos los altares, ella rezaba a la Virgen de la Salud –que se pudo llevar al convento reposando a sus pies– y allí se quedaba horas y horas. Cuando alguien reparaba en su ausencia, sabía que se encontraba allí.
Cuando estaba preparando la fundación de la Compañía de las Hermanas de la Cruz, tuvo una visión de la Virgen. No se sabe el día, pues lo dejó anotado en la primavera de 1875. Se trataba de la Virgen del Buen Consejo, a la que tanto rezó en el Oratorio de los Filipenses, situado en la actual calle San Felipe, frente al colegio de la Compañía, cuya imagen, de Pedro Roldán, se encuentra en la Parroquia de la O.
Pero fue en Santa Paula donde empezó su vida religiosa. A las claras del alba del lunes 2 de agosto de 1875 –festividad franciscana de la Porciúncula– las cuatro muchachas confesaron y comulgaron en la Iglesia de Santa Paula.
Pasaron todo el día socorriendo a los pobres y enfermos y al regresar a la casita alquilada en San Luis, no teniendo nada que comer, extendieron las esteras en el cuartito, adoraron al Santísimo y se durmieron reconfortadas.
Propongo colocar en el compás de Santa Paula un retablo cerámico recordando ese importante hecho, que marcó especialmente su vida religiosa.