19 Dic 19 de diciembre, IV DOMINGO DE ADVIENTO
Ramón de la Campa Carmona
Academia Andaluza de la Historia
Llegamos con él a la última semana del Adviento. La liturgia de este día, llamado también Rorate por su introito, echa una mirada a la preparación de la Navidad transcurrida, reuniendo en resumen todos los temas del tiempo litúrgico. Aparecen el profeta Isaías: “Rociad, cielos…”, San Juan Bautista: “Preparad los caminos…” y, por supuesto, la protagonista indiscutible del periodo, María “Dios te salve…”. Estas tres figuras del Adviento nos transmiten el contenido del tiempo de espera: Isaías simboliza la expectación y el deseo de salvación, San Juan el camino de la Palabra de Dios, y María, la llegada de la Gracia, porque nos entrega al Salvador, que se vive plenamente en la Eucaristía.
En la primitiva iglesia este día era alitúrgico, porque la celebración del sábado de Témporas se prolongaba hasta altas horas de la noche. Cuando su celebración pasó a la mañana, la estación romana es en la Basílica de los Santos Doce Apóstoles, en cuya confesión se veneran las reliquias de los santos apóstoles Felipe y Santiago. Los apóstoles fueron el núcleo de testigos a partir del cual empieza a difundirse la Iglesia por su predicación y por su testimonio.
En esta basílica, en la primera capilla a la derecha, se venera de una manera especial una imagen mariana de la Theotókos, la Virgen con el Niño, uno de los más depurados ejemplos de la cultura neobizantina del célebre Cardenal Bessarion, que encargó la obra a Antoniazzo Romano para su capilla sepulcral en 1467. Está inspirada en la Madonna de la Basílica de Santa Maria in Cosmedin. Está encuadrada su ejecución en el movimiento de promoción devocional de los iconos medievales del Papa veneciano Paolo II Barbo (1464-1471). Su inscripción reza: Concepta absque ulla labe, ‘concebida sin pecado’. María es Inmaculada por ser Madre de Dios. Nosotros debemos limpiarnos del pecado para hacernos dignos de participar en la mesa de Cristo que viene